
CIUDAD DE MÉXICO, 30 de junio.- En una época en que las fronteras físicas y culturales son cada vez más porosas, en que la comunicación a distancia es cuasi instantánea y el intercambio económico indispensable en la globalización, resulta difícil entender el arte contemporáneo como una producción aislada e individual.
Y si bien tampoco se puede unificar toda la estética en una sola corriente y lenguaje, sí es posible trazar una línea imaginaria que delimite una zona geográfica de creación, en un intento por comprender los motivos de los artistas, sus coincidencias y discrepancias.
Es, en cierta medida, lo que intenta Dan Cameron con la curaduría de la primera Trienal California-Pacífico 2013 que realiza bajo el auspicio del Orange Country Museum Art (OCMA) en California, en la que si bien la exhibición de casi 150 piezas se plantea como un abanico de propuestas, igual permite la identificación de factores comunes.
Son 32 artistas de 15 países, todos colindantes al océano Pacífico, los que integran la muestra que se inaugura hoy. Es el primer encuentro de creativos de la costa que busca convertir un escenario periférico, en uno protagónico.
Participan artistas de Estados Unidos, Canadá, Australia, Japón, China, Indonesia, Chile, Honduras, Guatemala y México, entre otros. De nuestro país se presentan Hugo Crosthwaite, Gabriel de la Mora, Yoshua Okón y Pedro Friedeberg
“Todo pasa en el centro de Estados Unidos o en Europa, y esta vez quisimos reunir lo que ocurre desde Vancouver hasta Chile, desde Australia hasta Seúl”, dice Cameron, quien explica en entrevista que el encuentro nació en 1984 como una bienal, pero para expandir las fronteras de la exposición, decidió cambiarlo a cada tres años.
Con ello consiguió una vasta gama de medios y lenguajes artísticos, desde la pintura y la escultura tradicional; la cerámica y el arte de la fibra; el dibujo y la fotografía; el video y el performance; y la instalación y el arte conceptual, de un grupo intergeneracional, con artistas de 31 a 76 años de edad.
A Cameron no le interesó establecer un discurso temático que forzara alguna curaduría, más bien recolectó la principal producción de cada país para ofrecer un mapeo de lo que ocurre en la zona del Pacífico. En ese sentido, explica, el espectador no encontrará una secuencia generacional ni geográfica, sino una conversación entre las obras y sus artistas.
“No es cuestión de encontrar puntos en común, porque todos tienen lenguajes de arte contemporáneo propios, y claro que vemos una diferencia entre Indonesia y Honduras, aunque el artista a pesar de sus diferencias, sí pueden entender lo que hace el otro, hablan un idioma compartido que es el arte y la intención sólo es reflexionar sobre el fenómeno de la costa del Pacífico”, precisa el también curador en jefe del OCMA.
Cameron detalla que en conjunto, las obras sí evidencian asuntos y técnicas similares que tal vez ayuden a establecer una radiografía del arte de la región. Por ejemplo, en su mayoría los artistas tratan sobre las identidades, los cambios culturales, la influencia del lenguaje digital, las relaciones personales, la violencia y la descomposición social.
Aunque a decir de Yoshua Okón y Gabriel de la Mora, es mayor la diferencia en las propuestas estéticas de la zona, que las semejanzas lo que nutre el abanico estético.
“Creo que la intención es que la Trienal se lea de manera individual, que el público vaya leyendo el discurso de cada artista de manera particular, pues si dentro del mismo México es difícil encontrar coincidencias estéticas, imaginaría que en un territorio tan amplio, lo es más”,
refiere Okón.
“Una de las ideas es descentralizar un poco y lo nuevo de esto es usar una escena donde no aparezca Nueva York ni Los Ángeles, y a la vez hacer una revisión de una zona interesante que ha estado conectada desde hace siglos por el comercio”, añade De la Mora.
Justo es el contraste de estéticas lo que caracteriza a ambos artistas, quienes a su vez coinciden en hacer lecturas críticas del entorno. Mientras Yoshua Okón presenta Látex, una videoinstalación sobre las estrategias para generar miedo, De la Mora participa con cuatro piezas que transitan entre la pintura formal y experimental.
Latex es la pieza que Okón realizó el año pasado en la Fundación Amigos47 en colaboración con un grupo de teatro amateur que explora el género del horror. “El tema tenía que ver con el miedo y lo que hice fue enfocarme en la espectacularización de la violencia. Es decir, la manera en que los medios masivos retrataron la violencia, en cómo fue representada y su relación con el miedo. No es una obra sobre violencia sino más bien sobre su representación”, detalla.
El también fundador de SOMA propuso la pieza para la Trienal al considerar que en Estados Unidos se usan las mismas estrategias para generar miedo con fines políticos.
Mientras, De la Mora expone cuatro piezas que difícilmente entran en alguna categoría estética. Se trata de Altamirano 20-I y Altamirano 20-III, piezas de la serie de Plafones; Puerta 1 A-B, y El peso del pensamiento, una instalación con suelas de zapatos viejos.
“Las piezas de la serie de Plafones son en gran formato donde la idea es experimentar la pintura a partir de sus elementos más tradicionales desde la tela y la preparación de la pintura, pero yéndome a buscar diferentes casas de la Ciudad de México del siglo XIX para localizar los plafones con sus materiales destruidos. Me interesa cómo la pintura no necesariamente puede hacerse por el artista”, explica.
Es el mismo sentido de Puerta 1 A-B que evidencia diferentes capas de pintura industrial que fueron aplicadas en diversos momentos de vida del portón.
La cuarta obra es una escultura hecha de mil 154 suelas de zapato desechadas, que refieren al registro del tiempo, del pensamiento, del peso de la persona, de su energía, del sudor.
“Si al inicio no me gustaba catalogarme como artista de una sola técnica, pintor o escultor, ahora no me gusta que mis piezas sean catalogadas en una técnica particular, cada pieza es lo que es”, asegura.
Finalmente, Pedro Friedeberg participa con 16 pinturas que abarcan un periodo que va de 1963 hasta 2010. Entre ellas destacan, Palacio de la Gioconda durante la semana de la Mona Lisa, Bouquet de perros y Hand-foot chair.


