BARCELONA, 2 de mayo.- Un brillante ejercicio futbolístico en el Camp Nou, allí donde el Bayern Múnich tenía una deuda histórica, le permitió al equipo bávaro clasificarse a su décima final de la Champions, que jugará ante el Borussia Dortmund, tras imponerse sin paliativos, 0-3, a un disminuido Barcelona que jugó sin Lionel Messi.
Como un traspaso de poderes, el equipo de Jupp Heynckes dio una lección de futbol en el templo blaugrana. Acostumbrado a ofrecer grandes exhibiciones en los últimos años, los azulgrana vieron la otra cara de la moneda y cedieron ante el incontestable futbol de un gran Bayern.
La vida no es igual para el Barça sin Leo Messi. El día que estaba llamado a ser el gran protagonista, el mejor jugador del mundo se quedó en el banquillo aquejado por problemas físicos.
Sin Messi, pero también sin Busquets, Alba, Mascherano ni Puyol, a los azulgrana se le acumularon demasiados problemas, incluso desde antes de empezar el partido.
El Barça ya era un equipo descabezado desde la alineación, un equipo sin alma que tuvo que apuntarse demasiado pronto a la épica. Fueron más un monólogo que un diálogo de discurso directo, pero ayer desde el principio se adivinaba una tragicomedia ante la potencia del rival.
El Bayern no se conformó con mantener la calma y recordar la ventaja de la ida. Los alemanes estuvieron dispuestos a sacudirse de una vez por todas la maldición del Camp Nou, el agrio recuerdo de aquella final de la Champions de 1999 perdida ante el Manchester United con dos goles recibidos en el tiempo de compensación.
El Barça no era el Barça y el Bayern parecía la mejor versión del Barça de siempre. Intensidad y una gran coordinación entre las líneas. Jupp Heynckes ha construido una obra de arte.
Un gol de Robben, en el minuto 48, fue el principio del fin. El Barça nunca creyó la posibilidad de remontar el partido y su alicaído futbol fue el reflejo del estado de ánimo en el que se encuentra el equipo.
En muchas ocasiones durante la temporada, especialmente durante la segunda parte de la misma, los azulgrana habían dado la impresión de que el Barcelona ya había jugado sus mejores partidos. Ayer fue la confirmación: agotado y sin rumbo.
El equipo catalán volvió a alcanzar las semifinales de la Champions, pero ahora cayó de la peor manera, con un abultado marcador global 7-0, el peor parcial recibido por los azulgrana en la historia de las competencias europeas, puesto que al gol de Robben se añadió un tanto marcado en propia puerta por Gerard Piqué en el minuto 72 y otro más por Thomas Müller en el 76.
El Bayern dio una lección de sobriedad y no bajó la velocidad en ningún momento, dispuesto a profundizar en la herida de los azulgrana. Jugará así el equipo de Heynckes su décima final de la Champions, su rival será el Dortmund. Por cuarta ocasión dos equipos del mismo país se medirán para conquistar la Champions League.
La reflexión del Barça llegará seguramente desde la consecución de la Liga, la cuarta en cinco temporadas que se dará en las próximas fechas, pero se impone una autocrítica, un análisis de la situación en un equipo que ha ido de más a menos y al que se le hace muy larga la temporada.








