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“El Partido Comunista no quiere cambiar”: Mao Yushi, economista chino

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PEKÍN, 7 de septiembre.— Mao Yushi vive con su mujer en un departamento acogedor, pero humilde, de 70 metros cuadrados en un barrio de clase media en el oeste de Pekín. El salón está decorado con fotos de su familia. En una columna cuelga una imagen de la ceremonia de entrega del premio Milton Friedman, que le concedió el año pasado el Cato Institute de EU por su defensa de “la libertad individual”.

El economista —presidente del Centro de Estudios Unirule— se mueve con cautela, calibrando cada paso para evitar que sus huesos lo traicionen. Tras sentarse en el sillón, se coloca un pequeño audífono en la oreja. Así, de cerca, resulta más cruel pensar que este anciano, de modales corteses y gestos sinceros, está sufriendo el acoso tozudo de los radicales. Todo empezó en 2011, cuando publicó un escandaloso artículo en el que describía a Mao Zedong como un criminal obsesionado con acrecentar su poder. Desde entonces, los maoístas lo insultan, lo amenazan... Pero no han logrado hacerlo callar. Hoy, el profesor sigue siendo una de las voces más osadas y críticas de la intelectualidad china.

Mucha gente no entiende cómo un país autodenominado socialista ha crecido tan rápido en los últimos 30 años...

Cuando murió Mao Zedong la situación en China era desastrosa. El Producto Interno Bruto (PIB) per cápita era un tercio del de África subsahariana. Mucha gente pasaba hambre. Esto son cifras objetivas y fiables del Banco Mundial. El país estaba destrozado por completo. Si alguien se hubiera dormido hace 30 años y despertara ahora pensaría que está soñando, no creería lo que ve.

¿Cómo se ha producido este cambio?

Utilizando los mercados. Con el derecho de propiedad y el de libertad. Elegir tu puesto de trabajo en libertad. Dejar que los recursos fluyan libremente, como la tierra, el capital, el trabajo, no sólo dentro del país, sino también a nivel internacional. China, además, tiene una característica especial. Y es que el gobierno ayudó a cubrir los espacios donde el mercado no podía llegar. Hay algunos sectores en que el mercado no sirve, es demasiado lento. En países como India o Filipinas tienen problemas recurrentes para abastecerse de electricidad. Llevan sufriendo cortes durante décadas y no pueden resolver el problema. A nosotros, en China, nunca nos ha faltado la luz. Esto depende del gobierno, no del mercado.

¿Se puede hablar de un modelo de desarrollo chino?

Yo creo que sí. Es el mercado en conjunción con el gobierno.

¿Este modelo se puede exportar?

Eso es difícil. Si vas a complementar el mercado con el gobierno es necesario que ese gobierno sea muy fuerte. Si miramos a India, por ejemplo, no puede hacerse: el gobierno es demasiado débil. No consigue ejecutar sus propios proyectos. El Ejecutivo en China es muy fuerte, incluso puede saltarse la ley. Por ejemplo, para hacer la presa de las Tres Gargantas, más de un millón de ciudadanos fueron desplazados. Eso sólo lo puede hacer China. Tenemos un gobierno poderoso, y que además lo ha estado haciendo bien.

Pero mucha gente pensaba que si la economía se abría también el sistema político se iría liberalizando…

En China ha habido cambios muy grandes en los últimos 30 años. Ahora usted puede venir a mi casa. En la época de Mao no se podía. Si un extranjero me hubiera enviado siquiera una carta, me habrían detenido inmediatamente. Como ahora sucede en Corea del Norte, pues igual. Entonces el país estaba completamente cerrado.

¿Qué opinión le merece Deng Xiaoping, que lanzó la Política de Apertura en 1978, pero también reprimió las protestas de Tiananmen en 1989?

Deng Xiaoping fue un gran hombre. Rectificó los errores de Mao. Eligió el camino opuesto. Mao mató a millones de personas, Deng mató a unos cientos en 1989, pero no hubo más. Deng creía que el papel del Partido Comunista era imprescindible en China. Y este razonamiento ha sobrevivido hasta ahora. Jiang Zemin, Hu Jintao y me temo que también Xi Jinping piensan igual: este país debe tener líderes comunistas.

¿Y usted personalmente cómo ve esto?

Creo que teniendo en cuenta las condiciones actuales no está mal. Porque ahora en China no existen otras fuerzas políticas. Así que a corto plazo yo creo que sí debe existir el partido. Pero creo que debe transformarse a sí mismo, de ser una fuerza dictatorial a convertirse en un partido democrático, o dividirse poco a poco en dos. Este camino es posible.

Numerosos analistas creen que China va a sufrir problemas económicos graves, por ejemplo, con el mercado inmobiliario o con las deudas acumuladas por los gobiernos locales. ¿Hay razones para preocuparse?

Creo que lo que dicen los analistas es correcto. Las burbujas financiera e inmobiliaria son muy serias. Los problemas son graves y no hay forma de resolverlos. Van a explotar sí o sí. Con toda seguridad. Pero cuando estalle la crisis, no sucederá lo mismo que en Occidente, porque el gobierno chino es muy poderoso, y además tiene mucho dinero. Para China no será una crisis insuperable.

Usted y el Centro de Estudios que dirige (Unirule) son muy críticos con el papel que desempeñan las empresas estatales en la economía china…

Sí. En las empresas estatales la eficiencia es muy baja. Sus ingresos son enormes, pero sus beneficios, aunque ahora son altos, no son reales. Disfrutan de muchas ventajas, de precios más bajos sobre los recursos como la tierra (básicamente no pagan nada por ella) o los préstamos del sistema bancario (a un interés bajísimo). El resultado: falta eficiencia.

¿Qué reformas cree que necesita la economía china?

Hay que eliminar los monopolios estatales. Que haya un mercado competitivo, de forma que las empresas públicas vayan poco a poco siendo sustituidas. Ahora las empresas privadas chinas son muy fuertes. Si les dejan competir con las empresas estatales, van a golpear duro. Se las van a comer. Lo importante es una competencia justa.

¿Cree que estos cambios sucederán en los próximos diez años?

Si no existe una presión exterior, no creo que haya cambios así. Los intereses creados en el sistema son muy fuertes. El Partido Comunista no quiere cambiar. Sólo lo hace cuando no queda más remedio. Pero seguro que habrá presión exterior. El mercado internacional está cambiando. China dependía de la exportación y ahora las exportaciones son cada vez más bajas. Esto es un cambio. Otro cambio es que las firmas privadas chinas han crecido. Están pidiendo una competencia justa, por ejemplo, en términos de impuestos. Además, las exigencias del chino de a pie sobre el constitucionalismo, la democracia, el estado de derecho y los derechos humanos cada vez son más intensas. Así que más o menos no queda otra opción que reformar. ¿Cuánto? Eso es más difícil de decir…

Desde que Xi Jinping subió al poder, ¿cómo evalúa su trabajo?

Por ahora no está muy claro. Desde su nacimiento, Xi es un príncipe del partido. Jiang Zemin y Hu Jintao lo eligieron. ¿Por qué? Porque defiende al régimen. La condición es que proteja la dictadura del Partido Comunista. Yo no conozco a Xi Jinping, pero Jiang y Hu saben bien quién es. Y la razón de que lo hayan escogido es que Xi no va a poner patas arriba el sistema.

En 2011 publicó un artículo criticando de forma muy ácida a Mao Zedong. ¿Le preocupa la influencia que pueda tener Mao en la sociedad actual?

El problema de Mao lo pensé durante mucho tiempo. Tenía muchos documentos en casa. Y vi con mis propios ojos lo que hizo Mao: la gente que mató desde 1949, el Gran Salto Adelante, la Revolución Cultural... Pensé que había suficiente para escribir un artículo. ¿Por qué quería publicarlo? Todo el mundo tiene un veredicto sobre Hitler o sobre Stalin. Pero sobre Mao no existe. Su retrato aún cuelga en la plaza de Tiananmen. Los billetes que utilizamos llevan impresa su cara. Fue un hombre que cometió muchísimos crímenes y que trajo enormes desgracias a China, pero todavía hay gente que lo considera un dios. Si la sociedad china quiere avanzar, debe resolver este problema. Independientemente de cómo se mire, Mao Zedong fue un hombre terrible. Mató a alrededor de 50 millones de personas. Es una vergüenza que los chinos hayamos colocado su retrato en Tiananmen.

¿Es peligrosa esta ignorancia?

Claro que es un fenómeno peligroso. La razón de todo es que la gente no sabe lo que hizo realmente Mao. Todo lo que han escuchado es propaganda del Partido Comunista. Hoy en día los jóvenes no saben nada. Los libros de texto no explican nada. De todas formas a la gente la puedes engañar un tiempo, pero no para siempre. Ahora cada vez hay más información. Se empiezan a saber algunas cosas. Gracias a internet. Sin embargo, mucha gente de nivel cultural bajo no utiliza internet. Ellos todavía creen que Mao Zedong era un dios.

Luego empezó a recibir amenazas…

Desde que publiqué el artículo, constantemente hay gente que me amenaza. A veces me llaman a casa, dicen que me van a matar; otras veces me buscan en la oficina. Recientemente, en dos conferencias también aparecieron. En una eran cerca de 100 personas, me dijeron que era un traidor que había vendido a mi país. Decían: “¡devolvednos a Bo Xilai!”

Su artículo fue censurado…

Sí, desde hace mucho. Ahora no se puede leer.

Si China se democratizara, hay quien argumenta que el gobierno podría volverse de extrema izquierda o ultra nacionalista. ¿Usted cómo ve este problema?

Sí, yo también pienso así. Por ejemplo, si en Chongqing la gente hubiera votado libremente, habría elegido sin duda a Bo Xilai. Porque lo que decía Mao Zedong, su teoría, tiene capacidad para engañar a la gente. Él decía que nuestra sociedad es muy injusta. ¿Por qué?, Porque los ricos nos explotan, los terratenientes nos explotan, los capitalistas nos explotan. Si esta sociedad quiere mejorar, hay que golpear a los explotadores, hay que exterminarlos. ¿Cuál fue la consecuencia de esto? Que toda China se empobreció. No quedaba ni un solo rico. Pero para los pobres también fue malo. China se convirtió en uno de los países más pobres del mundo.

A mí no me gustaría que en la situación actual la gente votara. Sería un caos. Por supuesto, desde el punto de vista a largo plazo habría que votar. Pero el camino del desarrollo sería más lento, llegaríamos más tarde. Hace falta educar a la gente de a pie.

 

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Autor : 
Diego Torres
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