
CIUDAD DE MÉXICO, 16 de marzo.- Una máquina de rayo láser capturó 127 fotogramas, uno por uno, de la película Vámonos con Pancho Villa, para luego, a través de un software especializado, restaurar sobre una pantalla de computadora cada cuadro del filme que data de 1935 y fue dirigido por Fernando de Fuentes.
Fueron más de cuatro meses en que la película, que pertenece al acervo de la Filmoteca de la UNAM, fue sometida a trabajos de limpieza y reconstrucción con herramientas digitales, en el primer proyecto de esta naturaleza que realiza
la institución.
En colaboración con la empresa Visual Global, con sede en Quebec, Canadá, un equipo de investigadores consiguió limpiar la cinta, eliminar rayas, mejorar la nitidez de la imagen y la calidad del audio, y elevar la densidad del color y la iluminación.
José Antonio Valenzuela, jefe del Taller de restauración de la Filmoteca, explicó que además de garantizar la permanencia del material fílmico, este proceso de restauración supera a los análogos en la calidad de la imagen y sonido recuperado, y a la vez, en la posibilidad de reproducir la película en formatos DVD y fotoquímicos, sin riesgo de dañar la cinta original.
“Lo que se hizo en Canadá fue que pasaron a discos duros toda la información de la película, y nos regresaron una grabación que es de la mejor calidad y definición, tanto que parece ser el original. Con ello hicimos copiados en 35 milímetros, algunos subtitulados al francés y otras al inglés, y tenemos una copia que no se toca”, detalló en entrevista.
Si bien el proceso principal lo realizó la empresa canadiense, el equipo de investigadores de la universidad preparó la película para su restauración desde el análisis de su condición, las posibilidades de reconstruirse, el diagnóstico de las secciones dañadas y una reseña histórica.
Si bien todas las filmaciones son susceptibles al proceso digital, Valenzuela aseguró que el resultado es mejor cuando se trabaja con originales o másters; en el sentido de obtener una “presencia” de la imagen idéntica y, en algunos casos, hasta se mejora la grabación original.
En Vámonos con Pancho Villa, se consiguió que la imagen mejorara su nitidez que, a decir de Valenzuela, tiene mejor definición que en el original, aunque con ello pierde la “tonalidad” de vejez en las escenas.
“Por su puesto es más fácil manejar un disco duro de una película para proyectarla en pantalla o para conservarla, y es de mayor la calidad. Para muchos críticos y cinéfilos, con este proceso se pierde la esencia de lo añejo y ya no se ve igual, pero tendrán que acostumbrarse a esa imagen porque los métodos tradicionales desaparecerán”, dijo.
Considerada un clásico del cine revolucionario, la película narra la historia de un grupo de campesinos conocido como los Leones de San Pablo quienes se unieron al ejército de Pancho Villa. Después de algunas batallas, el grupo se redujo a dos integrantes: Tiburcio Maya y el joven Becerrillo.
Luego de superar muchas trabas en el rodaje, incluyendo la enfermedad del director, la cinta se estrenó el 31 de diciembre de 1936 en el cine Palacio, de la Ciudad de México, pero duró sólo una semana en taquilla.
Fue a principios de los 60 que la crítica y el movimiento cine–clubista mexicano rescataron la cinta y se convirtió, junto con El compadre Mendoza, también de Fernando de Fuentes, en referente del cine nacional al reflejar de manera muy clara el drama del pueblo durante la
Revolución Mexicana.
Ahora en el Taller de restauración se trabaja en la película de Gabriel García Moreno, Puño de hierro (1927), para exhibirla en el Festival de cine silente en Francia.
Retraso tecnológico.
A pesar de que la Filmoteca de la UNAM es de las principales a nivel nacional con 45 mil películas almacenadas en 350 mil latas, resguardadas en ocho bóvedas, la institución no cuenta con recursos para adquirir el equipo técnico necesario para realizar la restauración digital in situ.
Para el trabajo en la película de Fernando de Fuentes se requirió un escáner especial, cuyo valor es de un millón de dólares, por lo que de manera paralela, aún trabajan con procesos antiguos, dijo Valenzuela, quien aseguró que cada película requiere de técnicas y herramientas propias.
“En una ocasión nos llegó una película de Perú, un original mutilado y una copia. De la copia tomamos los tramos que faltaban al negativo para copiarlos y después, sobre una mesa, pusimos el positivo y el negativo para trabajar en las áreas mutiladas hasta conseguir la película completa”, explicó del proceso manual.
Valenzuela calculó que en países como Canadá o España la restauración digital del cine antiguo comenzó desde inicios del año 2000; en México se usa apenas hace dos o tres años.
Con la humedad y temperatura como enemigos, la conservación de las películas en latas se ha complicado, por lo que a decir del especialista la oportunidad de tener en un pequeño disco toda la película es un acto de magia.
“Antes los dueños de las películas de lo que menos se preocupaban era de cómo cuidar sus producciones, se enlataban y ahí se perdían. Ahora con los trabajos digitales hay mayores posibilidades de rescatar la historia del cine”, concluyó.

